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No podemos solucionar la pobreza sin solucionar la desnutrición

La desnutrición es la principal causa de muerte infantil, terminando con la vida de 300 niños cada hora. También es una de las mayores barreras para acabar con la pobreza.

Lo que comen los niños y niñas durante sus primeros años de vida influye en gran medida su coeficiente intelectual, cuánto tiempo permanecen en la escuela, cuánto ganan y, a veces, incluso su nivel de riesgo de vinculación con el crimen. En Guatemala, la mitad de los niños padecen de desnutrición crónica. En la mayor parte del África subsahariana, las tasas varían entre el 30 y el 45%. Las familias que dependen de su producción de maíz para comer, el 68% de ellas se encuentran en situación de pobreza (MAGA, 2016).

En gran parte del África subsahariana y América Central, el maíz es una de las principales razones. Simplemente no tiene la nutrición que necesitan los niños. Se han pasado décadas alentando a las familias rurales a reemplazar el maíz con alimentos más nutritivos. Pero las familias rurales continúan comiendo maíz porque es el alimento más barato de comprar, el cultivo más fácil de cultivar y la base de miles de años de cultura.

Nuestro maíz se cría naturalmente para tener niveles más altos de los nutrientes más importantes que faltan en la dieta: zinc, hierro y proteínas de alta calidad. Observe a continuación cómo se compara una dieta con maíz más nutritivo con una dieta sin uno de los nutrientes más importantes: el zinc.